Partiendo por considerar el arte como un poderoso vehículo para la compresión del mundo, como reflejo de la sociedad, como herramienta que sirve para analizar la realidad, me planteo una reflexión comprometida sobre lo que me conmueve, preocupa e inquieta expresándolo con mi propio lenguaje a través de la pintura. Es así que naceBorder, infancia al límite. Border, entendido no solo como frontera sino como limite de una situación insostenible, la de estos movimientos migratorios y su repercusión en la infancia. Occidente idealizado que promete una nueva vida; el hogar que se abandona; un sentimiento de transitoriedad; el viaje confinal incierto; el empezar de cero; la adaptación a una nueva tierra, a unas nuevas costumbres y a un nuevo idioma… he tratado de poner el punto de mira en algunos conceptos clave, como el desarraigo, la rabia, la impotencia, el maltrato, la xenofobia… para terminar con una oda a la esperanza en un intento de recuperar el paraíso que debe ser la infancia. Representar rostros de niños, ha sido una manera de hacerlos existir, de darles visibilidad, reflejando todo su mundo interior y lo he querido hacer a lo grande, porque necesitaba de un formato de gran tamaño en el que cupieran sus quejas, sus gritos y también su esperanza, en el que pudieran abrazar al espectador sumergiéndolo en las dificultades de ese viaje sin retorno en busca del sueño por una vida mejor. Border nos sitúa en cualquier parte del mundo, en cualquier lugar fronterizo